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La alegría de la Resurrección.

Son varias las escenas bíblicas que nos muestran el milagro de la Resurrección, en cada una de ellas , siempre me ha impresionado sobre manera la forma como reaccionan cada uno de los personajes al comprobar con sus propios ojos que Jesús no está muerto.

María Magdalena, llora junto al sepulcro de Jesús, sin embargo le basta oír la voz de su maestro y todo cambia para ella, se acaba el llanto y surge un regocijo que le lleva a ir corriendo donde los apóstoles y contarles lo que ha visto.

Los apóstoles que están a puertas cerradas, ven a Jesús delante de ellos, él les muestra sus manos y su costado, la reacción de ellos es de alegría, al ver a su Señor.

Dos discípulos, tristes muy tristes, van camino de Emaùs, Jesús les sale al encuentro y camina con ellos, les interroga sobre su malestar, ellos le cuentan su dolor, y el se encarga de hacerles comprender lo importante y necesario que era todo lo acontecido, ellos le escuchan con verdadera atención, están tan encantados con su compañía que le piden quedarse con ellos, Jesús acepta y comparte el pan con ellos y es allí que sus corazones se iluminan y reconocen a su Señor, entienden que Jesús vive, están tan llenos de alegría que no les importa lo avanzada que está la tarde, tienen que salir corriendo a anunciar la gran noticia Cristo Vive.

Que maravilloso debió haber sido, para cada uno de estos personajes poder experimentar que Jesús no estaba muerto, que inmenso gozo habrán sentido en sus corazones, al tener junto a ellos a Jesús.

Hoy, después de mas de dos mil años, si bien es cierto que al celebrar una vez más la alegría de la Pascua, no tenemos la suerte que tuvieron algunos discípulos y apóstoles de contemplar cara a cara a Jesús, sin embargo creo oportuno hacer nuestras las palabras que el mismo Jesucristo le dice a Tomás ¿crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto!.

Jesús llama dichosos a todos los que sin ver creen, sintámonos así, dichosos de saber que Jesús ha resucitado y con ello, ha vencido a la muerte, ha vencido al pecado, y nos ha devuelto la gracia que perdimos por el pecado.

Vivamos la alegría de la resurrección, en cada uno de los acontecimientos que nos toque vivir, tenemos motivos más que suficientes para ser felices, Dios nos quiere felices, por eso es que dejándose llevar por su Amor, ofreció a su propio Hijo como Redentor

Posteado por Marco Alberca 12:21 a. m.  

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