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Dios al encuentro del hombre.

Con el tiempo de adviento, se ha iniciado un nuevo año dentro de la vida de la Iglesia, durante cuatro semanas nos prepararemos para vivir a plenitud el misterio más sublime de nuestra existencia, “la natividad del Hijo de Dios”.

Dios Padre en su infinita misericordia sale una y otra vez, al encuentro del hombre para mostrarle que como criatura creada ocupa un lugar preferencial dentro del plan de Dios.

Y es así que aún a pesar de que el hombre es quien se aparta del amor de Dios, es Dios mismo quien busca desarrollar todo un plan de salvación que devuelva al hombre la gracia perdida por el pecado.

A lo largo de la Historia de la humanidad, Dios sale al encuentro del hombre para mostrarle que de todas las criaturas creadas él es quien está llamado a vivir día a día en su presencia.

Es por eso que llegada la plenitud de los tiempos, nos da a su propio Hijo, mostrándonos que nos ama incondicionalmente y que aún a pesar de no merecerlo, es Él quien siempre sale al encuentro del hombre, de igual forma que el Padre del Hijo Prodigo, siempre seguro de que su Amor de Padre finalmente terminará por hacernos tomar conciencia de que sólo junto a El encontraremos la verdadera felicidad que buscamos.

Que distinto sería todo para nosotros, si finalmente llegásemos a comprender la profundidad con que Dios nos ama, que distinto sería todo si por un instante nos diésemos la oportunidad de detener este nuestro peregrinar por la vida, tan agitado, rutinario, monótono y egoísta que lejos de unirnos a nuestro Dios, lo único que hace es distanciarnos cada vez más, todo sería tan distinto, si tan sólo nos diésemos un espacio lo suficientemente claro, que nos permita volver a lo esencial, es decir volver a tener un dialogo intimo con aquel que finalmente muy dentro de cada uno, sabemos nos ama.

De allí que dentro de poco, de muy poco, el que viene llegará. Espera, porque ha de llegar sin retrasarse… (Heb. 10, 37) y con Él llega la paz y la alegría; y es que con Jesús encontramos el sentido de nuestra vida, puesto que a Dios gracias, es Él quien finalmente siempre sale al encuentro del hombre.

Posteado por Marco Alberca 10:51 p. m.  

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