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Dios es Amor.

San Juan en su primera carta, capítulo cuatro versículo ocho nos recuerda, que “Dios es Amor…”, que sencillo y que profundo a la vez, este pensamiento. Digo esto por una razón, aquel que ha encontrado en su vida a Dios, sabe de la simplicidad con que Dios Ama, al mismo tiempo en el día a día va descubriendo la profundidad con que Dios manifiesta su amor.

El Amor de Dios es inmenso, basta echarle una mirada a la parábola del hijo prodigo, y lo que descubriremos es la descripción de un Dios que por sobretodo es Padre y como tal se deshace de amor por sus hijos.

Ama tanto que no toma en consideración lo que nosotros, eternos hijos pródigos, hacemos a lo largo de nuestra vida.

El amor de Dios es tan grande que siempre está dispuesto a perdonar, su amor siempre le lleva a tomar la iniciativa de salir al encuentro de sus hijos, por una sola razón, Ama con locura, eso es, “ama con locura”, sólo así se entiende su amor, sabe que no lo merecemos , sabe que somos indignos de ese amor, pero allí está Él, siempre con los brazos abiertos mostrándonos un amor que se desborda , esto me lleva a pensar que a Dios le nace Amar porque sencillamente Él es EL AMOR.

Particularmente, cada día tengo la dicha de ir descubriendo el inagotable Amor de un Dios que siempre está atento a mi, que camina de la mano junto a mi, que no me deja, que es providente, que me hace sentir su mano protectora y que siempre de una u otra forma me manifiesta su amor, esto me lleva a reconocer y a decir con inmensa felicidad: “Que detalles tienes Señor, cada día conmigo”.

Y es que, Solo Dios, que ama de verdad, vive atento a todo lo que nos ocurre, solo aquel que me ha dado la vida puede preocuparse y saber lo que me es necesario para vivir, en este sentido me parece que el salmo 139 (138) lo dice todo:

“Señor, tú me examinas y me conoces, sabes cuando me siento o me levanto, desde lejos comprendes mis pensamientos. Tú adviertes si camino o si descanso, todas mis sendas te son conocidas. Tú formaste mis entrañas, me tejiste en el vientre de mi madre. Te doy gracias porque eres sublime, tus obras son prodigiosas. Tú conoces lo profundo de mi ser, nada mío te era desconocido cuando yo me iba formando en lo oculto y era tejido en las profundidades de la tierra”.

Dejemonos conducir y aprendamos a caminar de la mano de de Dios, el sabe que eslo mejor para cada uno de nosotros.

Posteado por Marco Alberca 5:45 a. m.  

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    Sólo puedo decirte que estoy totalmente de acuerdo contigo y que, poco a poco, voy descubriendo que soy hijo de un Padre que está muy cercano a mí.

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