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Santa María, nuestra madre.

Quienes tratamos de vivir de mejor manera, nuestro compromiso cristiano, no podemos dejar de considerar a Santa María, como modelo de vida, toda vez que nos enseña desde su fidelidad e inocencia a vivir en profundidad el amor de Dios.

A este propósito, diciembre es un mes que nos da la oportunidad de contemplar muy de cerca, la bondad, humildad, sencillez y transparencia que brotan de manera singular del corazón puro de María Santísima.

Así tenemos que la fiesta de la Inmaculada Concepción de María, nos muestra ya próxima la navidad y sobre todo a través del nacimiento Inmaculado de María se nos anuncia lo que será el nacimiento virginal de Jesús.

La advocación de Nuestra Señora de Loreto, nos lleva a contemplar la casa de Nazaret, la casa de la Sagrada Familia, como un lugar importante para nuestra realización y es que Dios quiere que los hijos de la familia humana, al venir al mundo nazcan, vivan y se formen en un hogar como el de Nazaret.

La devoción a la Virgen de Guadalupe, nos muestra el gran signo de la cercanía de Cristo, que a través de María invita a los hombres a entrar en comunión con Él, no cabe duda entonces, que María es la voz que invita a los hombres a la comunión entre ellos.

¿Cómo no recurrir a Santa María?, si ella constituye el mejor vínculo entre Dios y los hombres, ¿cómo dejar de amarla?, si es nuestra madre; cada día de nuestra vida debemos de dedicarlo a contemplar la persona de María, procurando que nuestra devoción sea sincera, de tal forma que nos brindemos la oportunidad de aprender a amar a nuestro Dios a partir de la singular escuela de vida que nos ofrece nuestra madre Santa María.

Es así que sintiendo ya que la navidad toca a la puerta de nuestros corazones, digámosle a la siempre pura, y bonita Santa María:

Préstame Madre tus ojos, para con ellos poder mirar, porque si con ellos miro, nunca volveré a pecar.

Préstame Madre tus labios, para con ellos rezar, porque si con ellos rezo, Jesús me podrá escuchar.
Préstame Madre tu lengua, para poder comulgar,
pues es tu lengua patena de amor y santidad.
Préstame Madre tus brazos, para poder trabajar, que así rendirá el trabajo una y mil veces más.
Préstame Madre tu manto, para cubrir mi maldad, pues cubierta con tu manto al Cielo he de llegar.
Préstame Madre a tu Hijo, para poder yo amar.
Si tu me das a Jesús, qué más puedo yo desear
y ésta será mi dicha por toda la eternidad.
Amén.

Posteado por Marco Alberca 9:40 p. m.  

2 Comments:

  1. Anónimo said...
    No había leido nunca esta oración de tu artículo, pero cada una de las peticiones sugiere un montón de ideas: préstame tu lengua, tus brazos, tu manto... para comulgar, para trabajar, para cubrir mi maldad...
    Marco Alberca said...
    Tienes razón mi estimado Rodriguez, para mi tambien es nueva , aparece como la oración de la Virgen de Guadalupe, me parecio adecuada y oportuna.

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